Pregunta:
¿cuántos dúos caben en un trío?
Un trío, de eso se trata: Leandra, Matías, y Pablo. Por ahora, dejemos a Lala afuera. (El núcleo del conflicto, de hecho, no la incluye). Un trío que, como todo trío que se precie, tiene tres dúos dentro: Pablo/Leandra, Matías/Leandra, y Pablo/Matías. Ese es el juego del trío y lo interesante del planteo. ¿Cuál es la dinámica de las relaciones en cada dúo?
¿En qué y cómo se modifican las conductas individuales al pasar de un dúo a otro? ¿En qué se modifican en la soledad?
La regla del tres.¿Cómo se arma el trío? Digámoslo un trío nunca es 1+1+1. Un trío siempre es 2+1. Y un dúo o pareja, habitando un trío siempre es 3-1. No es matemática, no: es pura experiencia vital. Claro que en cuanto a experiencia..., los personajes aquí son lo que difusamente podría llamarse (post)adolescentes. Por más que un rasgo habitual sea creer, pensar y estar ardientemente convencido que a esa edad (x) ya se tiene mucha experiencia y se lo ha vivido todo, la verdad del asunto es que es un caudal de experiencias y vivencias muy limitado. Que se viven con intensidad, a veces. Con banalidad y superficialidad, otras veces. Con sobreactuación y violencia vacía más veces. Se adolesce, lo sabemos. Período de faltas y de vacíos (como casi toda la vida, pero más).
Secretos sin nombrar.Un trío, entonces, y un secreto: un pasado. Algo pasó, hace diez años. Y eso que pasó, pasó en el baño de la escuela. El baño que Matías se compró y en el que vuelve a reunir a Leandra y Pablo. ¿Para qué? (Una buena pregunta). ¿Para qué? Sea lo que sea que Matías se propone, no parece que lo concrete, que -realmente- lo haga. Juntarlos, juntarse allí, los tres (espacio reducido, baño, alcohol y porro de por medio) para que nadie diga nada, para que nadie haga nada, para que todo sea (más) incomunicación, silencio, secreto, gestos vacíos, sobreentendidos, y reacciones ampulosas.
Deseo, deseo, y nada hay más que deseo.Todos vemos (desde el instante cero) que lo que atraviesa la cuestión entre estos tres es el deseo. Deseo correspondido o no. Pegajoso por demás o por menos. Ansiedad porque no se concreta o necesidad de que se termine. Ganas de ocupar el lugar del otro (o de la otra). Pero este trío, al menos en el presente y el futuro inmediato, está destinado a no ser nada más que tres personas juntas en el espacio. Acaso en ese espacio, diez años atrás, cuando se armó esa noche de quedarse allí, y todos se fueron y Leandra y Pablo quedaron solos, y Matías regresó... Acaso allí, tal vez... ¿Qué? No se sabe. pero ahora, ahí, ni el alcochol, ni el porro, ni los golpes y juegos de manos le sirven a Matías para que le diga a Pablo finalmente lo que tiene que decir. Nada le sirve a Pablo para sacarse de encima a Leandra ni a Leandra para despegarse para siempre. Aunque al final, el teléfono suena y parece que Leandra hubiera encontrado el modo...
Todo sucede en el baño.Literalmente es así. Una idea potente encuentra en el uso del espacio escénico, en el diseño de su escenografía (responsabilidad de Sol Soto), su mejor aliado. La proximidad actores/espectador arma otro dúo: vouyer/exhibicionista. Queremos ver, claro. Queremos ver más.
Los nombres en cuestión.Leandro Perotti, dramaturgo y director de Porque todo sucedió en el baño, cuenta además con un elenco que se entrega sin reservas al juego. Ellos son: Francisca Ure como Leandra, Juan Ruy Cosín como Matías, Alejandra Carpineti como Lala, y -en un trabajo notable- Andrés Ciavaglia como Pablo.
El baño en cuestión queda en Timbre 4 y para ver/saber más, y hacer la propia experiencia, hay que reservar entradas ahora mismo.
http://www.timbre4.com/4932-4395